Rasperry per Holunder a http://www.deviantart.com/
SOBRE HIGIENE EMOCIONAL Y MORAS
Hay pasatiempos divertidos, como el de recoger moras. Las vemos, las inspeccionamos, las seleccionamos, las recolectamos, las limpiamos, las apilamos... y, por último, nos las zampamos. Que para eso nos hemos tomado tantas molestias, por supuesto. Casi como si fuesen cuentas de collares. No, no estoy incitando a que comáis bisutería, no, personitas, no quiero que os atragantéis. Ejem... Sigo... Como si de trofeos se tratara, listos para ser expuestos en la mesa de la cena con o sin invitados, hacemos gran gala. ¡Oh, pues claro que nos habremos comido parte mientras dejamos la mitad (si eso) para cuando lleguemos a casa! Si eso, insisto. Aunque no me dejo de preguntar si este entretenimiento se aplicara a las personas, porque sí, hay gente que así lo entiende. A esa gente les digo: no, no somos objetos, encontraríamos más de siete diferencias si adjuntase un par de fotos entre un objeto y una persona. Podría incluir galantemente un enlace con la explicación requerida de Barrio Sésamo... pero creo que somos adultos y os trataré, por tanto, como tales. Con cariño. ;)
Así pues, niños y niñas de todas las edades, lo que esta entrada tan larga (más de lo planeado) viene a reivindicar es el uso sano de ese divertimento. Me encantan, personalmente hablando, las moras... Sí, así como también la higiene emocional, por llamarlo de alguna manera. Porque las distracciones son necesarias para ordenar las ideas, cada cuál a su ritmo, cada cuál a su manera. Ahora bien, nunca juguemos con las personas y dejemos, como mínimo, que la otra parte sepa bien las normas a seguir y, con ellas, en qué zarzal se está metiendo. Asumiendo todas las consecuencias. Permitiendo decidir libremente si se quiere continuar o si no; porque también, a veces, todo hay que valorarlo, nos podemos sorprender entre mora y mora. Aún a sabiendas de las posibles reacciones no deseadas, seamos suficientemente valientes y honestos para respetar las decisiones del resto. Porque un error no puede ser voluntario. Llamemos a las cosas por su nombre.
XIV
Siempre quejándote de todo y a la vez fingiendo no darle importancia a nada, vives de esperanzas pero no sabes ni qué esperas.
Julio Cortázar
En tu escarcha te diré
que arder de indignación
es una gran ironía.
15/8/13
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